viernes, 4 de enero de 2019
jueves, 3 de enero de 2019
¿POR QUÉ LAS LESBIANAS SOMOS RESERVADAS Y HERMÉTICAS?
Paula Alcaide es una psicóloga que se especializa en atender a mujeres lesbianas y bisexuales. Yo encontré su blog en internet cuando buscaba cosas para poner aquí. Sus artículos siempre son tan inteligentes y analíticos que me encantan. Hoy les traigo este tema que me pareció muy interesante de leer. Sin más, vamos a verlo :)
Suele ser un mantra que se repite en mi consulta: “soy reservada, no me gusta estar en el foco de atención.” Cuando algo se repite mucho, suelo sacar un patrón de comportamiento, y yo pienso que no es algo aislado y único de cada paciente, sino que quizás tenga que ver con cómo nos han educado y cómo hemos construido nuestras personalidades.
El hecho de ser reservadas tiene que ver con un sistema de protección que, indudablemente, tiene relación con el contexto de heternormatividad en el que vivimos. Todas las personas q ueremos formar parte de la gran manada, como buenos animales sociales, y el hecho de tener que inhibir lo que sentimos, deseamos, o queremos durante un tiempo para llevar el disfraz de heterosexuales que todos dan por hecho que somos, nos entrena en la ocultación y en la reserva. Nos volvemos herméticas, controlamos la información y aprendemos a esquivar las preguntas que nos hacen sentir vulnerables.
EL ARTE DE PASAR DESAPERCIBIDA. EL ARTE DE OCULTAR SIN LLEGAR A MENTIR. EL ARTE DE VIVIR HACIA DENTRO.
Nos entrenan para heterosexuales. Cuando no cumplimos con el objetivo de ese entrenamiento constante, puede aparecer un cierto miedo escénico a que se sepa que no somos eso que se “espera” de nosotras. Esto puede dar lugar a mucho conflicto interno entre lo que realmente soy y lo que esperan los demás de mi, y el miedo al “qué dirán” o “qué pensarán de mí”.
Es normal, como os he dicho: somos seres sociales y nos gustan contar con la aprobación de los demás. El problema yace en que el miedo genera ansiedad ante una falta de aprobación o una reacción negativa, una alerta de peligro constante que nos estresa si no decimos lo que somos o sentimos. Ese estrés y ansiedad es mucho peor que las malas reacciones: si alguien no respeta cómo eres, te enfadarás, y el mecanismo de la rabia pondrá los límites que necesites. Pero es en ese momento antes de hablar claro cuando el enemigo no está fuera sino dentro, devorándote con todos los fantasmas y augurando que todo puede ir mal.
El hecho de ser reservadas tiene que ver con un sistema de protección que, indudablemente, tiene relación con el contexto de heternormatividad en el que vivimos. Todas las personas q ueremos formar parte de la gran manada, como buenos animales sociales, y el hecho de tener que inhibir lo que sentimos, deseamos, o queremos durante un tiempo para llevar el disfraz de heterosexuales que todos dan por hecho que somos, nos entrena en la ocultación y en la reserva. Nos volvemos herméticas, controlamos la información y aprendemos a esquivar las preguntas que nos hacen sentir vulnerables.
EL ARTE DE PASAR DESAPERCIBIDA. EL ARTE DE OCULTAR SIN LLEGAR A MENTIR. EL ARTE DE VIVIR HACIA DENTRO.
Nos entrenan para heterosexuales. Cuando no cumplimos con el objetivo de ese entrenamiento constante, puede aparecer un cierto miedo escénico a que se sepa que no somos eso que se “espera” de nosotras. Esto puede dar lugar a mucho conflicto interno entre lo que realmente soy y lo que esperan los demás de mi, y el miedo al “qué dirán” o “qué pensarán de mí”.
Es normal, como os he dicho: somos seres sociales y nos gustan contar con la aprobación de los demás. El problema yace en que el miedo genera ansiedad ante una falta de aprobación o una reacción negativa, una alerta de peligro constante que nos estresa si no decimos lo que somos o sentimos. Ese estrés y ansiedad es mucho peor que las malas reacciones: si alguien no respeta cómo eres, te enfadarás, y el mecanismo de la rabia pondrá los límites que necesites. Pero es en ese momento antes de hablar claro cuando el enemigo no está fuera sino dentro, devorándote con todos los fantasmas y augurando que todo puede ir mal.
Los fantasmas son tuyos, y son unos cabrones. Saben dónde duele.
¿ES RARO ENTONCES PENSAR QUE NO NOS GUSTA ESTAR EN EL FOCO DE ATENCIÓN POR NUESTRA ORIENTACIÓN AFECTIVO-SEXUAL? ¿QUIÉN QUIERE SENTIRSE VALORADA O COMENTADA POR LOS DEMÁS?
A nadie le gusta sentirse juzgada, y mucho menos por algo que ha estado durante meses o años rondando en nuestra cabeza, martilleando, negándose, negociándose con nosotras mismas y generando conflicto interno. No es raro no querer que los demás hablen de ti si estás anticipando que hablarán de forma negativa. La pregunta sería: ¿hablarán de forma negativa?¿en qué evidencias te basas?
Normalmente se anticipan respuestas mucho más negativas de las que la gente tiene. Habitualmente hay más amor y comprensión por parte de las personas que nos quieren de lo que tememos. Somos reservadas. Hemos aprendido a protegernos. Y ser espontánea, valga la paradoja, tiene que aprenderse. Odiamos estar en el foco de atención porque anticipamos que será algo negativo. La evitación es otra estrategia de protección. La pregunta es, ¿ante quién te proteges? ¿No será que en el fondo intentas evitar tus propios fantasmas, miedos y juicios?
Solo cuando dejas de ocultarte y de evitar es cuando descubres la cercanía y el amor de los que te rodean que ya te querían hermética, pero siendo de verdad tú misma, te querrán incluso más.
Hay un chiste que dice “¿Sabes quién es la lesbiana en tu trabajo? La chica misteriosa.”
Y a veces es tal cuál. La callada, la esquiva, la que evita a toda costa las preguntas personales como si fueran dardos envenenados. La que se muestra cercana pero no se abre del todo. La que no sabes qué ha hecho exactamente el fin de semana porque tiene cinturón negro en Judo para desviar el foco de atención.
Evitamos estar en el punto de mira a toda costa, incluso con un alto coste. Algunas por lesbofobia interiorizada. Otras, por hábito adquirido de supervivencia.
Protegerse esta bien. Ocultarse tiene un alto coste. Una muralla silenciosa que nos aleja de la gente. A las personas nos gusta la narrativa, nos gusta que nos cuenten historias sobre los demás. Y cuando no compartes esa historia se genera una sensación de misterio, pero también pueden pensar que no confías en los demás, que nos los haces partícipe. Te entrenas a callar y aprendes a vivir con ese silencio respecto a tu historia de vida y quién eres.
Poco a poco, algo que empezó como protección para que no te vieran como “diferente” ni te pusiera en el foco de atención, se convierte en una costumbre. Y ya no hablas de ti. Y una parte de quién eres y lo que podrías aportar, te lo tragas, y se pierde en el silencio exterior, generando ruido interior.
Si no te muestras, generas barreras y las personas no se acercan en igual medida. No compruebas que te aceptan tal cual eres. No compartes experiencias y recuerdos de la manera que lo harías si te comunicaras más. Bajo la idea de que es tu intimidad o tu vida privada, la coraza se hace fuerte, pero también te aísla generando una mayor soledad.
Te animo a que compruebes a romper un poco esas barreras y.. a ver qué pasa. Quizás encuentras reconfortante dejar que otras personas se acerquen un poco más a tu esencia como persona y sentir su cariño.
¿ES RARO ENTONCES PENSAR QUE NO NOS GUSTA ESTAR EN EL FOCO DE ATENCIÓN POR NUESTRA ORIENTACIÓN AFECTIVO-SEXUAL? ¿QUIÉN QUIERE SENTIRSE VALORADA O COMENTADA POR LOS DEMÁS?
A nadie le gusta sentirse juzgada, y mucho menos por algo que ha estado durante meses o años rondando en nuestra cabeza, martilleando, negándose, negociándose con nosotras mismas y generando conflicto interno. No es raro no querer que los demás hablen de ti si estás anticipando que hablarán de forma negativa. La pregunta sería: ¿hablarán de forma negativa?¿en qué evidencias te basas?
Normalmente se anticipan respuestas mucho más negativas de las que la gente tiene. Habitualmente hay más amor y comprensión por parte de las personas que nos quieren de lo que tememos. Somos reservadas. Hemos aprendido a protegernos. Y ser espontánea, valga la paradoja, tiene que aprenderse. Odiamos estar en el foco de atención porque anticipamos que será algo negativo. La evitación es otra estrategia de protección. La pregunta es, ¿ante quién te proteges? ¿No será que en el fondo intentas evitar tus propios fantasmas, miedos y juicios?
Solo cuando dejas de ocultarte y de evitar es cuando descubres la cercanía y el amor de los que te rodean que ya te querían hermética, pero siendo de verdad tú misma, te querrán incluso más.
Hay un chiste que dice “¿Sabes quién es la lesbiana en tu trabajo? La chica misteriosa.”
Y a veces es tal cuál. La callada, la esquiva, la que evita a toda costa las preguntas personales como si fueran dardos envenenados. La que se muestra cercana pero no se abre del todo. La que no sabes qué ha hecho exactamente el fin de semana porque tiene cinturón negro en Judo para desviar el foco de atención.
Evitamos estar en el punto de mira a toda costa, incluso con un alto coste. Algunas por lesbofobia interiorizada. Otras, por hábito adquirido de supervivencia.
Protegerse esta bien. Ocultarse tiene un alto coste. Una muralla silenciosa que nos aleja de la gente. A las personas nos gusta la narrativa, nos gusta que nos cuenten historias sobre los demás. Y cuando no compartes esa historia se genera una sensación de misterio, pero también pueden pensar que no confías en los demás, que nos los haces partícipe. Te entrenas a callar y aprendes a vivir con ese silencio respecto a tu historia de vida y quién eres.
Poco a poco, algo que empezó como protección para que no te vieran como “diferente” ni te pusiera en el foco de atención, se convierte en una costumbre. Y ya no hablas de ti. Y una parte de quién eres y lo que podrías aportar, te lo tragas, y se pierde en el silencio exterior, generando ruido interior.
Si no te muestras, generas barreras y las personas no se acercan en igual medida. No compruebas que te aceptan tal cual eres. No compartes experiencias y recuerdos de la manera que lo harías si te comunicaras más. Bajo la idea de que es tu intimidad o tu vida privada, la coraza se hace fuerte, pero también te aísla generando una mayor soledad.
Te animo a que compruebes a romper un poco esas barreras y.. a ver qué pasa. Quizás encuentras reconfortante dejar que otras personas se acerquen un poco más a tu esencia como persona y sentir su cariño.
Fuente: Paula Alcaide
miércoles, 2 de enero de 2019
ORGULLO GAY LGTBI MADRID 2018 - España
0:02 : "Orgullo gay 2018" gritan las chicas con tantas ganas :D
6:02 : ¿A ver, quien es lesbiana de aqui? Yoooooo xdd
Es que España es un país que - además de ser hermoso - hace valer los derechos LGBT a rajatabla y es muy "openmind". Es uno de los mejores lugares para vivir si eres de la colectividad gay.
Allí, las marchas del orgullo suelen ser muy divertidas y puedes ver gente de todas las edades que viven su sexualidad sin inhibiciones, y eso está muy bien. Seguramente la marcha de este año será igual fantástica :)
Cinco mitos sobre las lesbianas
En un mundo como el nuestro es normal ver etiquetas por todas partes. Las etiquetas que adquirimos nos dan una serie de cualidades y características que compartimos con todos aquellos que se incluyen dentro de ellas. Algunas veces, somos nosotros mismo quienes decidimos adoptar una por sentirnos identificados con ciertos rasgos comunes o pensar que correspondemos a un colectivo determinado. Por ejemplo, uno decide etiquetarse como homosexual al darse cuenta de que le atraen las personas de su mismo sexo. Otras, en cambio, nos son impuestas por la sociedad al pensar que podemos encajar en ellas. Por ejemplo, cuando te etiquetan de “puta” por enseñar tus pechos en una red social. Algunas etiquetas son altamente insultantes para las personas que las portan. Otras, que no deberían, acaban siendo utilizadas como insulto. Lo que todas las etiquetas comparten es, precisamente, que engloban una serie de cualidades y características que, como he dicho antes, se identifican con las personas que forman parte del grupo concreto y que, en la mayoría de las ocasiones, son más bien prejuicios creados en torno dicha marca. Por ejemplo, se piensa que todos los funcionarios son unos vagos porque algunos de ellos lo sean o que todas las lesbianas juegan a fútbol. Cada persona es un mundo y el hecho de que haya personas que se parecen no quiere decir que sean todas iguales.
Estos prejuicios provocan que se creen una serie de mitos fruto de los estigmas sociales en torno a las personas portadoras de esta etiqueta. Un buen ejemplo sería el último mencionado: el de las lesbianas. Son muchos los mitos y estereotipos que se disponen alrededor de la figura de las lesbianas y que provocan que se las encasille o que se dude de su sexualidad si no se cumpliese alguno de estos cánones. La mayoría de ellos están ligados a los roles de género y los roles heterosexuales de pareja, puesto que al vivir en una sociedad heteropatriarcal las relaciones se disponen siguiendo como modelo el heterosexual.
Por ello, hoy nos ponemos las gafas violetas para analizar cinco mitos que se crean en torno a la etiqueta de lesbiana y que se generalizan para todas las personas que se engloban o pretenden englobarse dentro de esta marca.
Mucha es la gente que cuando ve una mujer que viste con una estética masculina (pelo corto, ropa reconocida como de hombre o más musculadas) tienden a calificarla directamente como lesbiana. Y es cierto que muchas chicas homosexuales presentan esta estética e, incluso, se podría decir que tienen actitudes físicas que la sociedad atribuye a los hombres, como determinadas maneras de caminar, de coger cosas, etc.
Existe algo que se conoce como expresión de género (la manera en que nos presentamos al mundo) y que no tiene porque estar relacionada con el género con el que nos identificamos o nuestra sexualidad. La sociedad dicta que hombres y mujeres deben comportarse de acuerdo a unos roles de género. Todo el que se salga de su rol está manifestando una expresión de género diferente. Esto es lo que ocurre con las lesbianas consideradas “masculinas”. Sin embargo, y como he dicho antes, la expresión de género y la sexualidad no tienen porque estar relacionadas. Así, se dan casos en que hombres y mujeres no se identifican con algunas partes del rol que se les asigna y, por el contrario, sienten mayor afinidad con el opuesto. Los roles se presentan como constructos muy cerrados y ha quedado más que probado que imponen características a las personas con las que estas no se sienten cómodas y para las que tienen que fingir. Algunos, cansados de pretender lo que nos son, deciden adoptar actitudes más reconfortantes pero que, socialmente, no les corresponden. La consecuencia de esto es que haya mujeres consideradas masculinas y hombres considerados femeninos.
Por eso, es erróneo pensar que las lesbianas siempre son masculinas. Hay heterosexuales masculinas y lesbianas femeninas, porque hay mujeres que sienten mayor afinidad con el rol opuesto.
Parece que la gente hetero no sabe concebir las realidades sociales si no es comparándolas con su propia condición. Un ejemplo claro de que vivimos en una sociedad heteropatriarcal es el pensamiento extendido de que en una pareja de dos mujeres una de ellas cumple las funciones que un hombre debería desempeñar en una relación heterosexual. Es muy frecuente que la gente se haga preguntas de este estilo y es muy frecuente no saber qué contestarles. Supongo que a
estas alturas de siglo todo el mundo está familiarizado con el término pareja lésbica y su significado. Por si acaso, lo recuerdo. Una pareja lésbica es aquella que está formada por dos MUJERES. Esto quiere decir que no hay hombres dentro de esta relación. Por tanto, si os preguntáis cuál de las dos “hace de hombre” la respuesta es muy sencilla: las dos son mujeres. Si por otro casual lo que buscáis es preguntar “quién lleva los pantalones” en la relación, es decir, quien ejerce de sujeto dominante eso ya es otra cosa (aunque quizás una relación no debería ser jerárquica y atribuir a uno de los dos integrantes el dominio sobre ella).
Aunque la respuesta a esta cuestión es muy clara (ninguna hace de hombre porque son dos mujeres) a mi siempre me gusta responder preguntando ¿qué es exactamente lo que se supone que hace un hombre dentro de una relación heterosexual? Y creo que es una pregunta que muchos deberíamos hacernos.
De nuevo está relacionado con los roles de género. Es falso. No a todas las lesbianas les gusta el fútbol y lo practican. Y, por contra, no todas las mujeres que juegan a fútbol son lesbianas. La explicación es simple y responde a una lógica muy básica. No a todas las personas les gusta el fútbol y, por consiguiente, no lo practican. Las lesbianas son personas.
Jugadoras de la Liga Femenina Iberdrola. Foto cogida de la página oficial de La Liga
También espero que a estas alturas de siglo haya una buena familiarización con el término lesbiana, que se refiere a aquellas mujeres que sienten atracción física y romántica únicamente por aquellas personas de su mismo género. Puede entenderse que la sexualidad sea fluida pero no creo que las personas tengan una sexualidad definida por su experiencia sexual. Así, existen ejemplos de lesbianas que han experimentado con hombres y siguen siendo lesbianas, o de mujeres que, por reprimirse y encerrarse en el armario, no tienen experiencias sexuales con mujeres pero saben que son homosexuales.
Si una mujer de repente se diera cuenta de que se siente atraída por los hombres sería bisexual, es decir, una persona que siente atracción por su género y los distintos.
Un claro ejemplo de falocentrismo. El falo-centrismo se refiere a que el órgano “viril” del hombre, el pene, se convierte en el centro de la sexualidad al configurarse como elemento fundamental e imprescindible. Esta “hegemonía testicular” provoca que las mujeres aprendan a interactuar, sentir y experimentar el sexo bajo la presencia de dicho órgano ya sea real o mediante un artilugio o juguete penetrativo (un consolador, por ejemplo). De ahí que se considere que la actividad que determina si una relación sexual lo es o no sea el “mete-saca” del falo en vagina. Sin embargo, deberíamos tomar conciencia de que la práctica sexual es todo un universo y que son muchas las maneras que existen de estimular a las mujeres y hacerlas llegar al orgasmo. Como bien nos explica Mónica Geller en Friends son muchas las partes erógenas en el cuerpo de la mujer y, de igual manera, muchas las formas de estimularlas. El “mete-saca” solo es una posibilidad más. Por ello, se pueden mantener relaciones sexuales placenteras sin recurrir a él y es por eso que las lesbianas follan y no hacen ”manitas.”
Fuente: lasgafasvioletasrevista
Estos prejuicios provocan que se creen una serie de mitos fruto de los estigmas sociales en torno a las personas portadoras de esta etiqueta. Un buen ejemplo sería el último mencionado: el de las lesbianas. Son muchos los mitos y estereotipos que se disponen alrededor de la figura de las lesbianas y que provocan que se las encasille o que se dude de su sexualidad si no se cumpliese alguno de estos cánones. La mayoría de ellos están ligados a los roles de género y los roles heterosexuales de pareja, puesto que al vivir en una sociedad heteropatriarcal las relaciones se disponen siguiendo como modelo el heterosexual.
Por ello, hoy nos ponemos las gafas violetas para analizar cinco mitos que se crean en torno a la etiqueta de lesbiana y que se generalizan para todas las personas que se engloban o pretenden englobarse dentro de esta marca.
Las lesbianas siempre son masculinas.
Mucha es la gente que cuando ve una mujer que viste con una estética masculina (pelo corto, ropa reconocida como de hombre o más musculadas) tienden a calificarla directamente como lesbiana. Y es cierto que muchas chicas homosexuales presentan esta estética e, incluso, se podría decir que tienen actitudes físicas que la sociedad atribuye a los hombres, como determinadas maneras de caminar, de coger cosas, etc.

Existe algo que se conoce como expresión de género (la manera en que nos presentamos al mundo) y que no tiene porque estar relacionada con el género con el que nos identificamos o nuestra sexualidad. La sociedad dicta que hombres y mujeres deben comportarse de acuerdo a unos roles de género. Todo el que se salga de su rol está manifestando una expresión de género diferente. Esto es lo que ocurre con las lesbianas consideradas “masculinas”. Sin embargo, y como he dicho antes, la expresión de género y la sexualidad no tienen porque estar relacionadas. Así, se dan casos en que hombres y mujeres no se identifican con algunas partes del rol que se les asigna y, por el contrario, sienten mayor afinidad con el opuesto. Los roles se presentan como constructos muy cerrados y ha quedado más que probado que imponen características a las personas con las que estas no se sienten cómodas y para las que tienen que fingir. Algunos, cansados de pretender lo que nos son, deciden adoptar actitudes más reconfortantes pero que, socialmente, no les corresponden. La consecuencia de esto es que haya mujeres consideradas masculinas y hombres considerados femeninos.
Por eso, es erróneo pensar que las lesbianas siempre son masculinas. Hay heterosexuales masculinas y lesbianas femeninas, porque hay mujeres que sienten mayor afinidad con el rol opuesto.
¿Cuál de las dos es el hombre de la relación?

estas alturas de siglo todo el mundo está familiarizado con el término pareja lésbica y su significado. Por si acaso, lo recuerdo. Una pareja lésbica es aquella que está formada por dos MUJERES. Esto quiere decir que no hay hombres dentro de esta relación. Por tanto, si os preguntáis cuál de las dos “hace de hombre” la respuesta es muy sencilla: las dos son mujeres. Si por otro casual lo que buscáis es preguntar “quién lleva los pantalones” en la relación, es decir, quien ejerce de sujeto dominante eso ya es otra cosa (aunque quizás una relación no debería ser jerárquica y atribuir a uno de los dos integrantes el dominio sobre ella).
Aunque la respuesta a esta cuestión es muy clara (ninguna hace de hombre porque son dos mujeres) a mi siempre me gusta responder preguntando ¿qué es exactamente lo que se supone que hace un hombre dentro de una relación heterosexual? Y creo que es una pregunta que muchos deberíamos hacernos.
Todas las Lesbianas juegan al fútbol
De nuevo está relacionado con los roles de género. Es falso. No a todas las lesbianas les gusta el fútbol y lo practican. Y, por contra, no todas las mujeres que juegan a fútbol son lesbianas. La explicación es simple y responde a una lógica muy básica. No a todas las personas les gusta el fútbol y, por consiguiente, no lo practican. Las lesbianas son personas.
Jugadoras de la Liga Femenina Iberdrola. Foto cogida de la página oficial de La Liga
“Eres lesbiana porque nunca te has acostado con un hombre”
También espero que a estas alturas de siglo haya una buena familiarización con el término lesbiana, que se refiere a aquellas mujeres que sienten atracción física y romántica únicamente por aquellas personas de su mismo género. Puede entenderse que la sexualidad sea fluida pero no creo que las personas tengan una sexualidad definida por su experiencia sexual. Así, existen ejemplos de lesbianas que han experimentado con hombres y siguen siendo lesbianas, o de mujeres que, por reprimirse y encerrarse en el armario, no tienen experiencias sexuales con mujeres pero saben que son homosexuales.
Si una mujer de repente se diera cuenta de que se siente atraída por los hombres sería bisexual, es decir, una persona que siente atracción por su género y los distintos.
Las lesbianas no follan, las lesbianas solo hacen “manitas”
Un claro ejemplo de falocentrismo. El falo-centrismo se refiere a que el órgano “viril” del hombre, el pene, se convierte en el centro de la sexualidad al configurarse como elemento fundamental e imprescindible. Esta “hegemonía testicular” provoca que las mujeres aprendan a interactuar, sentir y experimentar el sexo bajo la presencia de dicho órgano ya sea real o mediante un artilugio o juguete penetrativo (un consolador, por ejemplo). De ahí que se considere que la actividad que determina si una relación sexual lo es o no sea el “mete-saca” del falo en vagina. Sin embargo, deberíamos tomar conciencia de que la práctica sexual es todo un universo y que son muchas las maneras que existen de estimular a las mujeres y hacerlas llegar al orgasmo. Como bien nos explica Mónica Geller en Friends son muchas las partes erógenas en el cuerpo de la mujer y, de igual manera, muchas las formas de estimularlas. El “mete-saca” solo es una posibilidad más. Por ello, se pueden mantener relaciones sexuales placenteras sin recurrir a él y es por eso que las lesbianas follan y no hacen ”manitas.”
Fuente: lasgafasvioletasrevista
Las lesbianas referentes de México
Sin embargo, la verdad siempre se abre camino y son muchas las mujeres que han dado un paso al frente para poder vivir en libertad su sexualidad. Algo está cambiando en este hermoso país, y se lo debemos a estas talentosas y valientes mujeres:
Chavela Vargas es la leyenda lesbiana por excelencia. Sus letras tan rotundas como hermosas hablan de mujeres. De mujeres posibles, de mujeres vividas y de mujeres que nunca pudo tener. Su amor con Frida Khalo trascendió el silencio y se convirtió en un hito en la historia. La forma en que Chavela lloraba sus canciones no ha vuelto nunca a repetirse.

Verónica Castro es una legendaria actriz de telenovela a la que siempre le han seguido los rumores de homosexualidad.
Difícil es saber qué hay de verdad en todo ello. La actriz únicamente ha declarado en una ocasión que si “se le prendiese el foco con una mujer” lo viviría encantada, así como que “está encantada de gustarle a las mujeres”. Varias veces la han relacionado con Ana Gabriel, algo sobre lo que nunca se ha pronunciado ninguna de las dos.
Ana Gabriel, es una de las cantantes más importantes de México, y podríamos decir que del mundo. Muchos han sido los rumores sobre su homosexualidad, y recientemente, en un concierto, la cantante quiso afirmar su identidad ante su amado público con mucho sentido del humor. Ver Ana Gabriel sale del armario ante su público.

Dicen que Yolanda Andrade llenó el corazón de Verónica Castro cuando su relación con Ana Gabriel acabó. No sabemos qué tienen estos rumores de ciertos, pero lo que si podemos afirmar sin dudar es la relación que mantiene hoy Yolanda Andrade con la cantante Melissa Galindo, exconcursante de La Voz México. Ambas se muestran sin censuras y orgullosas.
Ana Gabriel, es una de las cantantes más importantes de México, y podríamos decir que del mundo. Muchos han sido los rumores sobre su homosexualidad, y recientemente, en un concierto, la cantante quiso afirmar su identidad ante su amado público con mucho sentido del humor. Ver Ana Gabriel sale del armario ante su público.

Dicen que Yolanda Andrade llenó el corazón de Verónica Castro cuando su relación con Ana Gabriel acabó. No sabemos qué tienen estos rumores de ciertos, pero lo que si podemos afirmar sin dudar es la relación que mantiene hoy Yolanda Andrade con la cantante Melissa Galindo, exconcursante de La Voz México. Ambas se muestran sin censuras y orgullosas.
Montserrat Oliver, por supuesto, no puede faltar en esta lista. Nuestra presentadora más visible, esta felizmente enamorada de la modelo Yaya Kosikova, 20 años menor. Recientemente salieron en la portada de Vanity Fair México hablando de cómo nació su amor. Montserat y Yolanda son grandes amigas y han presentado ya varios programas de televisión juntas. Hay quien afirma que en su momento tuvieron un affair. ¡Quién sabe!
La actriz Kenia Gascón no ha dado tampoco lugar a habladurías. Fue ella misma quien, en 2010, decidió hacer unas declaraciones afirmando su homosexualidad y dando a conocer a su pareja, la arquitecta Andre Vincze. Actriz de telenovela y escritora, Kenia lo tenía claro: “Toda la vida me la he pasado fingiendo, dándole gusto a los otros por temor a perder trabajo u otras oportunidades…al final de cuentas pierdes tu identidad limitándote”.
La actriz y cantante Alejandra ley y Marlene Tobar han formado una de las parejas más estables de México. Recientemente se separaron, pero guardan una buena relación, por el bien de sus hijos.
Entramos en el terreno de los rumores: Muchos son los que giran sobre la biografía de la famosa actriz Ana Martín, una de las más bellas de los años 70, a la que jamás se le conoció novio pero si se le relacionó con varias mujeres. Otros afirman que Raquel Olmedo, la reconocida actriz y cantante de inconfundible voz, es lesbiana.
Y qué no decir de las habladurías que tantas veces han relacionado a la legendaria actriz Jacqueline Andere y la idolatrada rockera Angélica María, “la novia de Mexico”. Cierto o no, Jackeline es muy querida por la comunidad LGTB mexicana.
Daniela Romo es una reconocida actriz, cantante y presentadora, (aunque no te suene ella, sin duda la conoces por su canción Yo no te pido la luna). Es un secreto a voces su relación sentimental con Tina Galindo, una productora teatral muy querida también por el gran público.
La actriz y cantante Alejandra ley y Marlene Tobar han formado una de las parejas más estables de México. Recientemente se separaron, pero guardan una buena relación, por el bien de sus hijos.
Entramos en el terreno de los rumores: Muchos son los que giran sobre la biografía de la famosa actriz Ana Martín, una de las más bellas de los años 70, a la que jamás se le conoció novio pero si se le relacionó con varias mujeres. Otros afirman que Raquel Olmedo, la reconocida actriz y cantante de inconfundible voz, es lesbiana.
Y qué no decir de las habladurías que tantas veces han relacionado a la legendaria actriz Jacqueline Andere y la idolatrada rockera Angélica María, “la novia de Mexico”. Cierto o no, Jackeline es muy querida por la comunidad LGTB mexicana.
Daniela Romo es una reconocida actriz, cantante y presentadora, (aunque no te suene ella, sin duda la conoces por su canción Yo no te pido la luna). Es un secreto a voces su relación sentimental con Tina Galindo, una productora teatral muy querida también por el gran público.
Fuente: Mirales.es
martes, 1 de enero de 2019
El beso entre dos chicas más viral de Twitter
Fuente: tn8.tv/imagenes
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