viernes, 11 de enero de 2019
Venezuela - Ser mujer o LGBT en la comunidad Wayúu
LGBT en la comunidad Wayúu. -
20 de julio de 2018
Después de compartir largas jornadas, el equipo de Caribe Afirmativo identificó algunas ideas de lo que significa ser mujer o una persona LGBT y a la vez indígena Wayúu en Uribia y Riohacha (La Guajira), Colombia.
La organización colombiana Caribe Afirmativo realizó numerosas entrevistas a personas que se identifican como indígenas Wayúu en Uribia y Riohacha (La Guajira). (Ver: A pesar de la impunidad, 7 años de un Caribe más afirmativo).
Después de este ejercicio y de compartir largas jornadas inmersos en las rancherías de ambos municipios, el equipo de Caribe Afirmativo identificó algunas percepciones sobre lo que implica, en términos de género, ser indígena Wayúu en Uribia y Riohacha (conocidos como la alta y media Guajira), Colombia.
A diferencia de otras comunidades indígenas, la Wayúu tiene un sistema social matriarcal. Esto implica, al menos en la teoría, que las decisiones las toman las mujeres. Es decir, se parte de la base de que deberían ser ellas las máximas autoridades o quienes gobiernen las comunidades: ser las putchipus.
En otras palabras, se entendería que los hombres no tienen poder en las decisiones relevantes de la sociedad, pero en la práctica no es así. Son ellos quienes en la mayoría de los casos deciden sobre asuntos legales, problemas entre clanes y sobre la vida de las mujeres.
LGBT en la comunidad Wayúu
Definen el rumbo de las rancherías, encarnan la justicia, son la voz de las comunidades y determinan el valor de las mujeres –en especial de las hijas de sus hermanas– al punto de representarlas legalmente y de decidir con quiénes se casan.
Los hombres Wayúu tienen en la mayoría de las rancherías el título de “autoridad máxima tradicional” y son las voces de quienes integran su comunidad. Tienen un amplio poder de decisión y de convocatoria.
El matriarcado allí es entendido como la importancia de las mujeres en la reproducción y en el cuidado como base de la sociedad. Ellas son las consejeras, las poseedoras de los saberes y las dueñas de la preservación de la cultura: son tomadoras de decisiones pero solo en el espacio privado.
Es tarea de ellas tener hijos desde temprana edad para preservar la etnia, pues solo quien es hijo de una madre Wayúu, será considerado Wayúu legítimo. De lo contrario, aunque sea hijo de padre Wayúu, será Arijuna. El rol maternal y de reproducción en las mujeres equivale a lo que en otras partes se llama “heterosexualidad obligatoria”. (Ver: La obligación de ser heterosexual).
La historia se repite
Caribe Afirmativo lidera investigaciones y trabajos de formación, asesoría, defensa y promoción de los derechos humanos LGBTI abordando la construcción de paz. Foto: Caribe Afirmativo.
“En nuestro matriarcado consideramos que la mujer es la única que no puede negar al hijo porque sale de ella. El hombre sí puede porque el esperma lo puede dar quien sea. Solamente tiene derecho sobre tu sangre la familia de la mujer, por eso la representación está siempre en los hijos de las hermanas de uno.
“El hombre (papá biológico) no tiene derecho a representar a sus hijos. Pero sí puede representar a los hijos de su hermana. Incluso en los problemas que hay puede hacer presencia porque es el papá, pero no opinar”, dice un hombre Wayúu de Uribia.
Las labores de cuidado de las familias son responsabilidad de las mujeres Wayúu. Se asume que a través de ese rol y del acercamiento a los miembros de la familia se transmiten los saberes culturales. Por esto no solo son las poseedoras de la cultura, sino las dueñas de la preservación de la misma. Así, asumen el rol de “cuidadoras”.
Hombres Wayúu
Uno de los hombres Wayúu de Uribia aseguró: “la mujer es de un solo hombre. Ella es algo sagrado porque es un matriarcado. Todo gira alrededor de las mujeres. En la casa quien manda es ella. El hombre entra y sale. En el mantenimiento del hogar, el hombre aporta casi todo, pero quien define cómo se administra es la mujer y, en gran parte, ella es quien toma las decisiones”.
En el “concurso de la majayut” (la mujer que ha pasado a su etapa de fertilidad), una especie de reinado que tiene lugar en el Festival de la cultura Wayúu, las candidatas de todas las regiones del país y de Venezuela compiten por cuál es la que más encarna los roles, saberes y costumbres de la mujer Wayúu.
“Cada clan o comunidad manda su candidata, no se tiene en cuenta la belleza, sino quién es una mujer Wayúu que conozca los usos y costumbres, los tejidos, la sociedad, el sistema normativo, la palabra y el palabrero y qué hacer en ciertas situaciones. Ellas muestran cuáles son sus habilidades”, dice uno de los entrevistados.
La pacificación es otro elemento trascendental en la forma de concebir a las mujeres Wayúu. Son ellas las “dadas” a la resolución de los conflictos entre clanes al punto que ante la presencia de una de ellas, es impensable una discusión.
Así lo afirma uno de los entrevistados: “la mujer dentro de un conflicto no se puede tocar. Es la ofensa más grande de una familia, ella juega un papel muy importante de pacificadora. En el momento de exaltación, si la mujer aparece, todos tienen que bajarle”.
El ámbito privado
La mujer Wayúu está destinada al ámbito privado, a labores domésticas (nada diferente a lo que sucede en muchas sociedades). Para esto es preparada desde pequeña mediante un sinnúmero de rituales. (Ver: Es feminismo: no humanismo ni “igualismo”).
Uno de ellos es “el encierro”, el cual tiene lugar después de la primera menstruación, cuando la mujer es aislada del resto de las personas para alimentarse solo de chicha, como forma de purificación. El ritual oscila entre unas semanas y poco más de un año (antes podían ser hasta 6 años).
Al final, la joven es perseguida por varios miembros de su comunidad tirándole objetos y piedras para que ella corra. Esta última fase –dicen– simboliza la preparación de la mujer para que huya de su marido en caso de violencia intrafamiliar.
Hay un factor que no puede perderse de vista para entender la relación de poder entre hombres y mujeres Wayúu: las dotes. La mujer es quien literalmente representa el valor de una familia. Por esto cuando es pretendida por algún hombre, este debe dar en dotes –ganado, cerveza o tierras– el valor de esa mujer a su familia para poder estar con ella. Es una especie de trueque.
“SON LOS HOMBRES QUIENES DEFINEN EL VALOR DE LA MUJER. ESPECÍFICAMENTE SU TÍO MATERNO”.
A las mujeres Wayúu les resulta muy difícil reconocerse en su cultura como lesbianas o bisexuales. Si una mujer no aspira a estar con un hombre, a reproducirse y a preservar el legado cultural, es considerada una vergüenza para la comunidad: no sirve como mujer.
Como lo expresa un líder Wayúu de Riohacha: “una majayut bien capacitada por su abuela y su mamá, está formada para vivir con su marido”. Las mujeres lesbianas, al no usar mantas o negarse a tener hijos o esposos, dejan de ser dignas de la cultura por no preservarla. (Ver: La verdadera diversidad LGBT).
Según la cosmovisión Wayúu, los seres humanos nacen de la unión entre la tierra y la lluvia, el hombre y la mujer, lo masculino y lo femenino. El imaginario gira en torno a la familia heterosexual como la única capaz de reproducirse y de preservar la cultura.
“ESTO ES UN MATRIARCADO. LOS HOMBRES DEBEMOS SERVIRLES A LAS MUJERES Y NO PODEMOS CONCEBIR SIN ELLAS. RECHAZARLAS ES UNA OFENSA”, HOMBRE WAYÚU DE URIBIA.
De ahí que la mujer tenga la capacidad de dar a luz y el hombre el deber de sostenerla. Si un hombre rechaza construir su vida junto a una o más mujeres, es una ofensa. Se sale de la norma, no es digno de la cultura Wayúu.
Salirse de la norma
“Ser gay lo ven como algo malo. Algo feo. Porque Dios hizo al hombre y a la mujer que deben juntarse. Es algo que no es de Dios”, afirma un hombre gay Wayúu.
Debido a que la familia es la base de la vida para los Wayúu, el destierro es la máxima sanción social. La persona es excluida de todos los ámbitos. Aunque no acarrea el desplazamiento de la ranchería, termina huyendo por los tratos de su familia. Implica su olvido como castigo por salirse de las normas de su cultura.
Uno de los objetivos de Caribe Afirmativo es incidir en la construcción y posicionamiento de las agendas de diversidad sexual y de género en el Caribe, que permitan el reconocimiento de los derechos y el acceso a la justicia de las personas LGBTI en un escenario de posconflicto. Foto: Caribe Afirmativo.
“El destierro es grave. Es terrible. una exclusión física y mental. Es total. Con tanta cosa la persona termina yéndose porque cómo va a estar si ni siquiera puede sentarse debajo de la enramada”, explica una autoridad Wayúu de Uribia.
Cuando se trata de un hombre gay o de una mujer trans, la persona puede terminar explotada bajo la excusa de “si eres eso, ponte a cocinar, tienes que actuar como mujer”. Georgina, una mujer trans Wayúu de Uribia, se dedicaba a planchar y a lavar las casas como única posibilidad de ingresos.
“EN ÁREAS RURALES EXISTE LA CREENCIA DE QUE LA HOMOSEXUALIDAD ES UN CASTIGO A LA PERSONA Y A LA FAMILIA POR ALGUNA ACCIÓN DEL PASADO”.
Un demonio…
La homosexualidad es considerada un demonio que habita un cuerpo y la solución suele ser una pócima proveniente de la planta Pringamosa, recetada por una espiritista, asegura un joven líder Wayúu de Riohacha.
“La pelan, la calientan en agua, se le hace un baño (a la persona) y se le da la bebida. Eso hace que las hormonas se levanten. Hace hasta que las cuerdas vocales vuelvan a ser de hombre”, explica un líder Wayúu de Riohacha.
Lo mismo sucede con las personas que llaman “del tercer género” o trans en la zona rural, a quienes consideran “resultado de las violaciones” de otros hombres y son rechazadas en las comunidades. (Ver: Diversidad sexual y de género para dummies).
Antes de que las maten, terminan desplazándose a la zona urbana donde, aseguran, “se empiezan a vestir de mujer, a maquillar y a hablar distinto”, añade un líder Wayúu de Riohacha.
Sin embargo, ignorar su existencia es parte de la cotidianidad de las personas LGBTI Wayúu de la zona rural. Las autoridades no reconocen su presencia. Para muchos entrevistados, a las autoridades les da pena y miedo confrontar esa realidad que implicaría transformaciones culturales.
Símbolos de exclusión
La zona urbana de La Guajira también evidencia símbolos de exclusión hacia las personas LGBTI que van desde miradas e insultos, llegando a los golpes por parte de la familia y el resto de la sociedad. (Ver: Chao prejuicios).
Así lo señala Kelly, una de las pocas mujeres trans venezolanas que vive en la Uribia urbana: “la mayoría de los homosexuales de acá son centro de burla. Incluso se dejan manosear porque sienten que es lo que deben hacer por ser gais”.
“Ella es lesbiana y ahora por ahí la ves con un hombre. Tú sabes más o menos por dónde viene la cosa. Por la presión. De pronto por su papá y por la mamá porque donde se den cuenta, la van a matar”, dice una mujer de Uribia.
Fuente: fundación reflejos de venezuela
Autor: Caribe Afirmativo
Fuente Original: Sentiido.com
Foto: Caribe Afirmativo.
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