lunes, 20 de abril de 2020
Así es ser lesbiana en diferentes países del mundo
España es uno de los países más progresistas en cuanto a los derechos LGTBI+ de toda Europa, según la ILGA (Asociación Internacional de Lesbianas, Gais, Bisexuales, Trans e Intersex). Desde 2005 forma parte de los 24 países a nivel mundial que permiten el matrimonio entre personas homosexuales, y es uno de los 28 países que aprueban la adopción homoparental. A pesar del contexto legal, seguimos escuchando casos de discriminación y de homofobia, de palizas a parejas gais o de acoso a lesbianas. Y es que legalidad y aceptación social no siempre van de la mano.
Ibiza es la isla que acoge un festival al que acuden más de 400 mujeres, principalmente lesbianas y bisexuales. Son 4 días intensos en el Fiesta Hotel Cala, lugar donde se realizan todas las actividades y las fiestas nocturnas. Si bien la mayoría del público proviene de Holanda, Alemania y Bélgica; podemos encontrar muchas nacionalidades representadas en un contexto seguro, abierto y libre de estereotipos.
Aceptación más allá de la legalidad
Hanifa, por ejemplo, viene de Estados Unidos, concretamente Nueva York. Salió del armario siendo joven y su familia lo ha aceptado. “Todo el mundo lo sabe, nunca lo he ocultado. Y está bien, a nadie le importa. No me da vergüenza decírselo a la gente, soy muy transparente y siempre digo la verdad”, afirma.
Ha cruzado el charco para asistir a este evento ya que, según comenta, “la comunidad es muy pequeña” y no le gusta mezclarse con otras personas fuera del colectivo. “No hay suficientes lesbianas o bisexuales en Estados Unidos”.
Hanifa es lesbiana en un país con protección legal del colectivo LGTBI+, aunque cada Estado es un mundo. “En Nueva York da igual tu orientación sexual. Estamos muy igualados”, concluye.
Vilma reside en Austria, en la ciudad de Viena. “En mi país la gente no está muy concienciada con la comunidad. En mi caso, no he tenido ningún problema en mi vida cotidiana. Creo que mi jefe está muy contento de que sea lesbiana porque piensa que nunca voy a estar embarazada”, comenta.
La vida en ciudad es muy diferente a la de los alrededores. “La gente puede ser muy irrespetuosa e incluso hacer comentarios estúpidos sobre tu orientación sexual fuera de la ciudad”, afirma Vilma. “Para conseguir que haya equidad entre todas las personas, la educación es clave para la tolerancia. Todavía hay gente que tiene problemas con todo esto. Supongo que es porque están asustados”, finaliza. En su país, Austria, está permitida la unión civil entre personas del mismo género desde 2010, pero no incluye la adopción homoparental. El matrimonio entrará en vigor en 2019.
Desde Holanda, Rachel vive su sexualidad de forma abierta. Ella es DJ y en el ámbito artístico se la conoce como Ms Boogshe. “Ser lesbiana en Holanda está genial. Es muy abierto. No me han insultado por mi condición sexual, pero sí que he tenido amistades que han soportado comentarios por la calle, por ejemplo. Aunque no es habitual”, dice.
Su hermana pequeña también es lesbiana y salió del armario después de que lo anunciara Rachel. “No he tenido ningún problema con nadie y todo el mundo lo sabe. No tengo nada que ocultar”, explica. Holanda es uno de los países más abiertos con el colectivo tanto a nivel social como a nivel legal.
Marruecos, donde la homosexualidad es ilegal
Laila nació en Bélgica pero sus raíces son marroquíes. “Tengo antecedentes musulmanes”, explica. Marruecos es un país restrictivo con las orientaciones sexuales. La actividad sexual entre personas del mismo género es ilegal y se mantiene oculta. Por supuesto no está permitida cualquier unión o matrimonio entre personas homosexuales y no existe ningún marco que proteja al colectivo LGTBI+. “Conozco a personas que son lesbianas en Marruecos y no son libres. Es algo muy complicado. Creo que ahora, a raíz de hablarlo mucho, son más abiertos con el tema; también gracias a la llegada de internet y de las redes sociales. Pero no se puede mostrar públicamente. De hecho, hay dos chicas de 16 años que las vieron besándose y fueron a la cárcel”, explica Leila.
Su familia lo ha aceptado y entienden que forma parte de la persona. “Me dicen que no me avergüence”, comenta. Aunque todavía queda mucho camino por recorrer en Marruecos. “La cosa no va sobre sexo, va sobre el amor. Todo el mundo piensa que la religión no lo acepta. Pero la religión musulmana se basa en el amor. Si Dios me creó a mí, es él quien tiene que juzgarme. Nadie más. Mi padre me dijo que todo el mundo, al final de sus días, van a ser juzgados por todo lo que han dicho y lo que comparten. Por lo que, si muestro amor, da igual con quién. Es la esencia lo que importa”, finaliza Leila.
Israel y la visibilidad del colectivo
Stefanie está tomando el sol en una de las hamacas que dan a la piscina. Es de Israel, concretamente de Tel Aviv. “Mi país es muy abierto. Tenemos un gran Orgullo Gay, conocido a nivel mundial”, explica.
En Israel es legal la adopción homoparental, las parejas de hecho homosexuales y hay una protección legal frente a la discriminación. Pero aún así, Stefanie cree que no existe una equidad real. “Tenemos más complicaciones para conseguir ciertas cosas, pero estamos en el buen camino y conseguiremos la igualdad”, añade.
Para Stefanie la religión tiene mucho que ver con la intolerancia. “Las personas religiosas que son muy extremas suponen un problema, da igual si eres homosexual o heterosexual. Es gente que no acepta a otras personas. No te ven como un individuo, te juzgan por no ser como ellos. Nunca seremos iguales pero vamos a hacer todo lo posible para estar al mismo nivel”, finaliza.
Los éxitos y logros de la comunidad LGTBI+ cada vez son más patentes y globales, pero todavía queda mucha lucha, sobre todo en algunos países dentro de Latinoamérica y especialmente en gran parte del continente asiático y africano, donde la homosexualidad todavía se castiga con la pena de muerte en 8 Estados. A día de hoy existen 72 países donde amar a una persona de tu mismo género está criminalizado. Y la balanza todavía se desequilibra más cuando observamos la integración real del colectivo a nivel social, más allá del ámbito legal.
Fuente: La vanguardia
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