En abril de este año informábamos de la promulgación de dos leyes que colocaban al estado de Idaho a la vanguardia de la transfobia legal en Estados Unidos. Una de ellas elimina la posibilidad de modificar el sexo legal en las partidas de nacimiento para que refleje a la propia identidad de género. La otra prohíbe a las alumnas trans participar en los equipos deportivos femeninos de los colegios y universidades públicas. La Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) advirtió de que combatiría ambas leyes en los tribunales.
También se posicionó en contra de la legislación tránsfoba de Idaho la NCAA, la principal asociación de deporte universitario del país y que agrupa a más de 1.200 instituciones. Activistas LGTBI han pedido a la federación que cambie la sede del evento deportivo March Madness, previsto para el año que viene en Boise, la capital de Idaho. Existe un precedente: a raíz de la aprobación de una ley contra la protección antidiscriminatoria de la comunidad LGTBI en Carolina del Norte, la NCAA canceló la celebración de campeonatos en ese estado.
La carta de Save Women’s Sport surge como reacción a este posicionamiento de la NCAA a favor de la inclusión y se muestra en contra del «boicot» a Idaho. Las firmantes expresan su apoyo a la legislación tránsfoba, que ensalzan porque según ellas «protege una competición justa» al establecer que «solo las atletas femeninas compiten en el deporte de mujeres». Más de 300 deportistas han rubricado el documento promotor de la exclusión. Varias de ellas mencionan su nombre, pero la mayoría prefirió permanecer en el anonimato.
El secretismo no les duró mucho. Cuatro días después de salir a la luz la carta, la web Outsports publicó las identidades de las firmantes. A la cabeza de las mismas se encuentra Martina Navratilova, leyenda del tenis e icono de la visibilidad lésbica en el deporte desde que desveló su homosexualidad a principios de los años ochenta del siglo pasado. Navratilova ya había mostrado el año pasado su desprecio hacia las mujeres trans, a las que calificó de «hombres que han decidido ser mujeres», lo que tachó de «fraude». Posteriormente pidió disculpas por usar esa expresión.
La actitud tránsfoba de la extenista contrasta fuertemente con su trayectoria de compromiso con el activismo, que la llevó a recibir un premio de Human Rights Campaign. Retirada de la primera fila del tenis profesional desde 2006, Navratilova contrajo matrimonio en 2014 con su novia, la rusa Julia Lemigova, con la que mantenía una relación sentimental desde hacía seis años y con quien reside en Florida. La ganadora de 18 títulos de Grand Slam y que en su día se convirtió en la primera deportista de élite en salir del armario públicamente, tiene dos hijas, Victoria y Emma. En 2010 pasó por uno de los momentos más amargos de su vida cuando le fue detectado un cáncer de mama. Afortunadamente, fue tratada en una fase temprana de la enfermedad y hoy se encuentra totalmente recuperada.
Fuente: dosmanzanas
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