Sara y Ana (con gorra), española y dominicana que forman pareja y que son internas de la cárcel de Meco (Madrid). - MÓNICA PATXOT
Las pasadas Navidades, la mayoría de las 640 mujeres que hay internas en la cárcel de Meco (Madrid) asistían a un espectáculo de circo dentro de la prisión. Entre el público, algunas chicas se hacían carantoñas y arrumacos, y se cogían de la mano sin esconderse. Sara y Ana, española y dominicana de 20 años, también mostraban sin problemas que forman una pareja sentimental. "Aquí nos respetamos todas, no hay problema, ninguna lesbiana se esconde. La verdadera cárcel está fuera de la prisión", explicó Sara.
Otra chica asistía al espectáculo de circo al lado de su pareja, una chica de pelo muy corto: "Es mi muchachito", repetía la primera acariciándole la cabeza.
Las lesbianas reclusas son más proclives a mostrar sus sentimientos dentro de las cárceles que los gays presos, según coinciden varias asociaciones que defienden los derechos de los homosexuales. Justo al contrario que lo que ocurre en la sociedad, donde en general la visibilidad del amor entre hombres está más aceptado que el de las mujeres. "Dentro de la cárcel, no hay ningún problema. Las chicas lesbianas son naturales y las que son heterosexuales se muestran tolerantes", afirma una funcionaria de prisiones de Meco.
Para Toni Poveda, presidente de la Federación Estatal de Gays, Lesbianas, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), "el hecho de que las lesbianas se muestren más visibles dentro de la cárcel que fuera de ella tiene mucho que ver con el alto grado de respeto que tienen la mujeres en general hacia la homosexualidad o la transexualidad".
Esta visión la comparte Rosario, la madre de Sara, que vive "con normalidad" el hecho de que su hija sea lesbiana y de que mantenga una relación con otra mujer dentro de la prisión de Meco. "Ella ya nos contó mucho antes de entrar en la cárcel que era lesbiana y no nos importó en absoluto. Cuando la hemos ido a visitar, la hemos visto contenta y nos ha presentado a su novia", explica Rosario, que se declara "una mujer progresista".
Cartas con una mujer
Sin embargo, el panorama cambia radicalmente en las cárceles masculinas, según constatan las asociaciones de homosexuales y algunos presos. Jorge (nombre ficticio) es gay y estuvo preso en una cárcel de la Comunidad Valenciana. "Allí tuve que fingir que tenía una relación con una mujer con la me carteaba porque no quería que supiesen que me gustan los hombres", afirma.
En cambio, René Gerónimo, mexicano de 24 años que cumple condena por tráfico de drogas, pasea sin problemas su condición sexual por la cárcel de Mansilla de las Mulas (León), donde conoció a su novio. "Cuando ingresas en prisión, al principio te escondes; pero al pasar los días, te va dando igual y al final lo sacas", afirma Gerónimo, que reconoce que su caso de salida del armario en prisión es "excepcional".
Módulos de respeto
René nunca se ha sentido acosado ni ha sufrido agresiones por ser gay, aunque es cierto que en la cárcel de Mansilla ha permanecido la mayor parte del tiempo en los llamados módulos de respeto, unos lugares de "convivencia pacífica" , según los calificó Mercedes Gallizo, la directora de Instituciones Penitenciarias, donde se ofrece a los internos recursos formativos y laborales, y donde se ingresa de manera voluntaria y por buen comportamiento.
Las asociaciones de gays y lesbianas no tienen un registro de agresiones o discriminaciones por razón de sexo dentro de las cárceles. "Nosotros sólo hemos intervenido sobre la situación de las personas transexuales privadas de libertad que se encontraban en módulos no acordes con su identidad sexual y encontramos una buena recepción por parte de instituciones penitenciarias, que emitió una circular para garantizar que se respetaría su identidad sexual", señala Poveda.
Desde la Fundación Triángulo, José Luis López reconoce también que no ha tratado en profundidad el tema del lesbianismo en prisión. "Mi impresión cuando he estado en los centro penitenciarios es que hay una gran tolerancia a la homosexualidad y es que legalmente tampoco los reclusos ni los funcionarios pueden hacer otra cosa porque, aunque fueran homofobos, estarían incurriendo en un delito", agrega.
Estrategia
Se ha profundizado tan poco sobre el tema de la opción sexual en las prisiones (y mucho menos sobre el lesbianismo) que ni siquiera la FELGTB ni tampoco la Fundación Triángulo tienen una estrategia definida, aunque desde la Federación de Gays su presidente asegura que el tema será incluido en la próxima ponencia del congreso que la asociación celebrará el próximo mes de abril.
Por lo menos, López se congratula de que las cosas, algo, hayan cambiado. "Hace dos décadas, las personas homosexuales no podían mostrar su condición sexual y menos si eran jóvenes, pues esto podría llevarles a un continuo acoso por parte de otros reclusos", asegura el portavoz de la Fundación Triángulo.
No todo son cosas que quedan por hacer. La FELGTB quiere destacar que desde hace años el colectivo Lambda de Valencia, asociado suyo, organiza durante la celebración del Orgullo Gay un día en las prisiones el que se hacen actividades que tiene que ver con la homosexualidad. "Se proyectan películas, hay debates con los internos, talleres de sexo más seguro La respuesta siempre es muy positiva por parte de los reclusos", concluye Poveda.
Fuente: Público.es
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