Los mayores de 50 años son más propensos a 'condenar' la homosexualidad, porque es lo que les han enseñado. Por eso cuando un gay o lesbiana acaba en una residencia de la tercera edad, suelen volver a meterse en el armario, para evitar la discriminación de sus propios compañeros o de los mismos cuidadores.
Los beneficios para ellos son muy pocos. Vienen de una generación que ha vivido la etapa oscura donde la homosexualidad era tratada como un trastorno y mucha gente acababa en hospitales psiquiátricos por su orientación sexual.
Se estima que sólo en Estados Unidos hay 2 millones de estadounidenses mayores 50 años que se identifican como LGBT, y ese número se duplicará para el año 2030, según informa el Instituto para la Salud multigeneracional en la Universidad de Washington.
'Vinieron de edad y vivieron una época en que era particularmente peligroso estar fuera del armario', cuenta Susan Sommer, abogada principal y directora de Lambda Legal, un grupo de defensa LGBT. 'Se corría el riesgo de perder el empleo, la pérdida de la familia, la pérdida de amigos, e incluso la violencia. Se convirtió en habitual tener una existencia encerrada'.
Las actitudes anti-LGBT siguen siendo comunes en las personas mayores de 50 años, con sólo un 50 por ciento de los baby boomers y el 47 por ciento de la Generación Silenciosa diciendo que piensan que la homosexualidad debe ser aceptada por la sociedad, según dos encuestas del Pew Research Center realizadas este año.
Una encuesta hecha en 2011 por seis grupos de defensa de adultos mayores LGBT encontró que sólo el 22 por ciento de las personas de la tercera edad LGBT dijeron que sentían que estaba bien ser abierto acerca de su identidad sexual en un hogar de ancianos o centro de vida asistida. El miedo a la discriminación de otros residentes era casi tan alto como el miedo a la discriminación por parte del personal, según la encuesta, y el 43 por ciento dijo que había sufrido malos tratos en los centros.
Fuente: Washington Post