Ayer fui a votar muy temprano a la mañana, a las 8:30am. Llegué cuando había solo 2 personas antes que yo, y después volví a mi casa a desayunar, ya que tenía tanta ansiedad que primero quería votar antes de hacer cualquier otra cosa.
Al llegar a casa me preparé un café con galletas y mientras dejaba la televisión prendida en un segundo plano para ver el proceso de votación me dispuse a hacer otras cosas en la PC para calmar un poco los nervios y la ansiedad.
Yo milito políticamente desde hace cuatro años en grupos de Facebook a favor la democracia patriota del Peronismo-Kirchnerismo, esa democracia justa, equitativa, que está a favor del pueblo argentino y que es tan benévolo con la gente. No son solamente sus representantes, Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández quienes son los vencedores de la elección. Su triunfo significa el regreso de un modelo político y económico que permitirá a los argentinos volver a conseguir un trabajo digno, poder tener un salario que sea suficiente para vivir bien, y habrá un mejor equilibrio de precios en medicamentos, alimentos y tarifas básicas.
Las horas transcurrían tan lentas que me refugié en distintos sitios de internet para entretenerme y poder mitigar la ansiedad y los nervios. A las 6 de la tarde terminó la votación y comenzó el recuento de votos. La expectativa aumentaba aún más.
A las 9 de la noche dieron los primeros datos del resultado que daban ganador a Alberto Fernández y a Cristina Kirchner pero no me convencía, ya que los datos primarios solo son una tendencia y pueden cambiar después. Recién cuando el actual presidente Mauricio Macri reconoció la derrota pude sentir que ese país que todos deseábamos tener estaba de regreso. Me emocioné, lloré de alegría y de felicidad.
Este gobierno que llegó para destruir el país por fin se va. Vuelven los tiempos de felicidad, de trabajo y de progreso.
Ahora vamos a estar bien.
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