No te extraño,
cómo podría extrañarte si ya no te quiero,
simplemente extraño tus besos,
tu caricia suave, húmeda y siempre oportuna.
Extraño el lado de tu cama que solía pertenecerme,
extraño ser quien sonreía para tí en cada una de las estrellas,
o una simple rosa caprichosa.
Extraño tus ojos pardos de mirada inocente,
extraño tus cuentas precisas y exactas
que reflejaban el tiempo que llevábamos juntas.
Extraño tus besos bajo la lluvia,
tus mensajes nocturnos,
extraño ser tu niña
o simplemente saber que era tuya.
Extraño saber que era yo quien llevaba el anillo,
anillo que encontraste al azar
y que debía pertenecer a la mujer de tu vida.
Extraño los planes de casas en la playa,
de mascotas y chinchorro,
extraño las razones que tenías para amarme,
porque nunca nadie me amó con tanta simplicidad.
Insisto en que no te extraño,
extraño detestar tus cigarrillos,
tus abrazos, tu mano en la mía en el cine,
tu risa con los chistes franceses.
Extraño tu gusto por la literatura,
tu buena ortografía
y tus pequeños detalles.
Extraño tu sonrisa perfecta
y el extremo respeto que sentías por mí,
tus medias y zapatos descombinados, tus cosquillas.
Extraño los torditos sólo porque me hacen recordarte,
como aquel que me visitaba por las mañanas
y que tú decías que venía a despertarme.
Extraño las conversaciones sin razón
o las peleas que sólo buscaban ofuscarte,
para luego sacarte un beso intenso
con el que pudieras perdonarme.
Extraño tener mi mente ocupada en tí,
cada día, cada hora, cada minuto,
extraño esperarte y el cine
con tus besos en cada línea tediosa.
Al final del cuento,
creo que te extraño a tí,
que extraño saber conquistarte,
porque te amo con desespero
y tú por fin me olvidaste.
RAINBOW GIRL